Algunas historias de amor arrancan con un gran gesto, otras con una coincidencia del destino, y unas… con Tinder. ¿La nuestra? La nuestra empezó con unos mensajes de Facebook, gracias a nuestro amigo en común Juan, quien de alguna manera... simplemente lo supo.
Era junio de 2019—Andrea estaba pasando el verano en la Ciudad de México por una pasantía, y Edgar ya llevaba años viviendo ahí. Juan sugirió que nos conociéramos, y en cuanto lo hicimos, hubo chispa. Pasamos las siguientes 24 horas juntxs, sin poder dejar de hablar, queriendo saber cada vez más sobre el otro. Desde ese momento fuimos inseparables. Bailamos. Hicimos galletas. Viajamos por México. Compartimos lo divertido, lo cotidiano y todo lo que hay en medio. Y, de alguna manera, entre todo eso, nos pasamos el verano bromeando sobre nuestra boda. Porque en el fondo, sabíamos que esto era especial.
Pero el verano no dura para siempre, y al acercarse su final, ninguno de lxs dos podía imaginar volver a una vida sin el otro. Así que, en un momento que capturó perfectamente cuánto significábamos unx para el otrx (y tal vez también cuánto tequila habíamos tomado esa noche), nos hicimos tatuajes a juego. Luego nos despedimos, pensando que tal vez esto había sido solo un amor de verano.
Spoiler: No lo fue.
No podíamos dejar de hablar. Ni un día. Ni una hora. Ni un segundo. Nuestros mensajes se volvieron check-ins diarios, que se volvieron “te amo”, y para diciembre de 2019, decidimos que la distancia no importaba. Esto era real, y haríamos lo que fuera para organizarnos y lograr que funcionara.
Tres meses después, el mundo se cerró. Y así, de repente, nuestra relación a distancia se volvió una relación de convivencia. Después de una cuarentena, un título en Derecho y una maestría, aquí seguimos—riendo, creciendo, y ahora, ¡listxs para casarnos! (Y por si alguien tiene curiosidad sobre la propuesta—Edgar le pidió matrimonio a Andrea en el porche de su casa, acompañados por sus dos gatitos Lola y Lewis, en el aniversario del día en que nos hicimos los tatuajes: 16 de agosto de 2024. Andrea dijo que sí. Y no dejamos de sonreír por 24 horas).
No podemos esperar para celebrar este nuevo capítulo con todxs ustedes. Traigan sus mejores pasos de baile, su mejor apetito y, si se sienten sentimentales, tal vez uno o dos pañuelitos extras.
¡Nos vemos en noviembre!
